DISEÑO de INTERIORES. Principios Básicos que debes conocer
El diseño de interiores comienza siempre con una idea, una necesidad, un concepto sencillo que puede ser inspirado tanto por una tendencia decorativa que nos guste como por un material o textura que encontremos llamativo y alrededor del cual va a girar nuestro espacio.
En primer lugar, es necesario tener claro nuestro estilo así evitaremos incoherencias en el resultado, para esto puedes estudiar algo del amplio repertorio que podemos encontrar en las redes sociales y ver con cuál te sientes más identificado, una vez resuelto esto pasamos a la parte organizativa la cual se torna más fácil si conoces algunos principios básicos utilizados por los profesionales del interiorismo al realizar sus proyectos.
Para que nos sintamos bien en un espacio este debe tener equilibrio visual que da sensación de obra terminada. Cada objeto o mueble posee su propio peso visual según su tamaño, color, textura y forma, se podría decir que es el espacio que parece ocupar dentro de una habitación.
Por ejemplo, una mesa de centro de madera maciza tiene considerablemente más peso visual que una con las mismas dimensiones de cristal traslúcido. Esto es lo que debemos tener en cuenta para poder distribuirlos de manera balanceada y para esto existen dos métodos.
Podemos emplear el balance formal el cual se logra trazando un eje imaginario al centro del espacio y distribuyendo los elementos simétricamente a partir de él. Esta técnica es más clásica y crea un efecto elegante y despejado.
Como segundo método podemos utilizar el balance informal este es un poco más difícil de lograr pues se basa en la distribución de objetos diferentes en cuanto a forma tamaño y colores, pero con semejante peso visual, generando contrastes sutiles con los llenos y vacíos, logrando un aspecto casual y espontaneo de equilibrio armónico.
2. Énfasis
El énfasis en un espacio no es más que el área focal hacia donde es atraída la mirada naturalmente al entrar en una habitación. Si esta área existe solo debemos potenciarla, en caso de estar indefinida o que por la geometría del espacio no exista, debemos generarla con el uso adecuado de textiles, líneas, colores u objetos. En los dormitorios por ejemplo generalmente es la pared donde se apoya el respaldo de la cama.
De ninguna manera debemos crear varios puntos focales en el espacio, ya que se verá desordenado, causando sensación de inquietud.
3. Ritmo
En el diseño de interiores el ritmo controla el modo en que se mueve el ojo alrededor de un ambiente, este es el responsable de lograr que la mirada fluya suavemente de un objeto a otro, distinguiendo un tono unificado, según la secuencia con que aparecen los elementos que componen el diseño: el orden, la repetición y la forma de organizarlos.
Esto se logra ya sea con la repetición de patrones, la progresión gradual creciente o decreciente.
A la hora de ponerlo en práctica debemos evitar utilizar patrones demasiado chocantes o sin asociación. Esto interviene por ejemplo en el modo que alineas los cuadros o la altura a la que cuelgas las cortinas, si todos están sobre una misma línea tiene más coherencia visual que si aleatoriamente quedaron unos más arriba y otros más abajo.
4. Proporción y escala
La proporción y escala en el diseño de interiores no es más que la relación de tamaño de los objetos entre sí, como la de estos con el espacio donde los colocaremos.
Aquí interviene también el peso visual de los elementos y su capacidad de modificarse y definirse entre ellos por la capacidad asociativa de nuestro cerebro. Es decir, las características de un objeto no son absolutas si no relativas y varían en dependencia de los demás elementos que lo acompañan en la composición.
Por ejemplo, cuando colocamos en nuestro salón un sofá demasiado grande y hace lucir todo lo demás pequeño o cuando un cojín parecía de color azul en la tienda y en nuestra casa es verde como por arte de magia.
5. Armonía y unidad en el diseño de interiores
En este punto hablaremos de la coherencia en cuanto a tamaños, formas, texturas y colores aportando un sentido de orden en su apreciación. Se logra cuando se utiliza recurrentemente un elemento como hilo conductor el cual ya sea por repetición, sucesión o proximidad logre la integración de los objetos entre sí con el espacio y así transmitir emociones y crear impacto.
Es como cuando leemos una palabra a la que le faltan letras, pero aun así la entendemos, pues ese es nuestro cerebro completando esos espacios en blanco con la información que ha recopilado a lo largo de nuestras vidas. Pues bien, funciona igual para el diseño de un espacio, nuestro cerebro intentará encontrar la conexión entre todos los objetos y si tiene éxito estará relajado y cómodo.
Un espacio bien diseñado debe funcionar armónicamente como un todo, donde no falte ni sobre nada, esta unidad garantiza la sensación de orden, con la consistencia de formas y tamaños.
El perfecto equilibrio apoya la personalidad del diseño y evita un resultado sin carácter, aburrido o inquietante. Pues ante todo, nuestros hogares deben ser espacios funcionales y con la capacidad de transmitir seguridad, sin dejar de ser bellos.
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