Ficus Benjamina: Descubre todo sobre esta Hermosa Planta de Interior
En el emocionante mundo de la jardinería de interiores, el Ficus Benjamina ha tomado el escenario principal. Este hermoso árbol de interior se ha convertido en una adición popular a hogares en todo el mundo. ¿Quieres saber más sobre sus características, cómo cuidarla con éxito y hasta cómo multiplicarla? ¡No busques más!
Tabla de contenidos
ToggleOrígenes y Cuidados:
El Ficus benjamina, tiene sus orígenes en las regiones tropicales y subtropicales del sur y sureste de Asia. Su hábitat natural abarca países como India, Malasia, Filipinas e Indonesia, donde su presencia es una parte muy recurrente del paisaje.
Puede crecer hasta 15 metros de altura en condiciones naturales, aunque en interiores al tener un ambiente limitado no sobrepasa los 3 metros. Es una planta arbórea estranguladora que, en su fase juvenil, crece sobre otro árbol. Durante este proceso, la planta emite raíces que, al entrar en contacto con el suelo, se fortalecen y ensanchan con el tiempo. Su objetivo es envolver y asfixiar al árbol anfitrión al que se agarra, de manera que, una vez que lo ha debilitado lo suficiente, puede sostenerse por sí misma.
El Ficus benjamina se caracteriza por tener hojas perennes gruesas de color verde oscuro y brillante, terminadas en una punta bastante alargada. Esta planta emite látex, un líquido lechoso, cuando se corta, y este látex puede causar irritaciones en la piel o mucosas, por lo que se debe manejar con precaución.
Sus flores se desarrollan en forma de higos redondos con un orificio llamados «siconos». A los que entra una especie de avispa a colocar sus huevos, polinizándolos en el proceso.
Dado su origen tropical, prospera en climas cálidos y húmedos, lo que ha contribuido a su popularidad como planta de interior en áreas donde las condiciones exteriores no son adecuadas para su crecimiento.
Luz
En cuanto a las condiciones de luz, tanto el Ficus benjamina de hojas verdes como su contraparte variegada prefieren un ambiente de luz brillante indirecta para prosperar. La luz solar directa intensa puede causar quemaduras en sus hojas afectando en mayor medida a su version variegada, por lo que colocarlo cerca de una ventana con cortinas ligeras que filtren la luz será ideal para su crecimiento y desarrollo.
Riego
Debemos mantener el sustrato ligeramente húmedo, pero no empapado. Lo correcto sería dejar que la capa superior del suelo se seque entre un riego y otro. Siempre evitando el riego excesivo, ya que esto puede provocar que sus hojas se tornen amarillas y se caigan. Podemos comenzar con dos frecuencias semanales y a partir de ahí ajustar el ciclo dependiendo del clima de nuestra región o de la temporada del año en la que nos encontremos.
El Ficus benjamina aprecia la humedad ambiental, por lo que si vivimos en una zona muy seca, podemos rociar sus hojas con agua ocasionalmente para aumentar la humedad alrededor de la planta. Aunque este método solo se recomienda si tenemos una habitación muy bien ventilada, pues si las hojas permanecen mojadas por mucho tiempo podrían aparecer hongos en ellas. Utilizar un humidificador sería la alternativa más recomendable en estos casos.
Temperatura
Esta planta prefiere temperaturas cálidas y constantes entre 15 °C y 25 °C. Por lo que debemos evitar exponerla tanto a temperaturas extremas como a las corrientes de aire frío o a cambios bruscos de temperatura.
Durante el invierno, su crecimiento se ralentiza significativamente, y la planta entra en un estado de reposo, manteniendo un desarrollo mínimo. Sin embargo, con la llegada de la primavera, el Ficus benjamina comienza a brotar nuevamente de manera vigorosa.
Las nuevas hojas son de un tono verde claro, lo que crea un hermoso contraste con las hojas más antiguas que tienen un color mucho más oscuro. Este ciclo de crecimiento y cambio estacional es una característica distintiva de esta planta.
Suelo y fertilizante
Debemos utilizar un sustrato rico en nutrientes y bien drenado para nuestro Ficus benjamina. Podemos optar por mezclas comerciales para plantas de interior o preparar nuestro propio sustrato con tierra para macetas, turba y perlita.
Esto debemos acompañarlo de un fertilizante equilibrado para plantas de hojas verdes durante la primavera y el verano, pues en estas épocas la planta está en su período de crecimiento activo. Siempre debemos tener presente evitar sobrealimentarla, ya que esto puede dañar las raíces. Tan malo puede ser la falta de nutrientes como el exceso. Por lo que es importante que sigamos las indicaciones del fabricante para obtener resultados óptimos.
Podas y trasplante del Ficus Benjamina
La poda regular ayuda a mantener la forma y el tamaño deseado de nuestra planta. Podemos cortar las ramas más largas para fomentar un crecimiento más compacto y limpiar las hojas marchitas o enfermas para mantener nuestro ficus saludable.
Los trasplantes deben realizarse cada dos años en primavera, o cuando notemos que sus raíces asoman a través de los agujeros de drenaje de la maceta. Debemos moverla a una maceta unos centímetros mayor y aprovechar el proceso para renovar el sustrato. Esto ayudará a la planta a tener suficiente espacio y nutrientes para crecer correctamente.
El Ficus benjamina es una planta que, cuando enfrenta algún problema o estrés, suele reaccionar tirando sus hojas como una respuesta natural a un cambio de ambiente, de maceta o de clima.
Es importante no desechar la planta en estos casos, ya que tiene la capacidad de regenerarse y desarrollar nuevas hojas y ramas, recuperando su aspecto saludable con el tiempo. Por lo tanto, no es motivo de preocupación si un Ficus benjamina pierde sus hojas, pues suele ser una respuesta temporal y reversible.
Plagas
A pesar de su resistencia, el Ficus Benjamina no está exento de ataques de plagas. Las cochinillas y los ácaros pueden hacernos de vez en cuando una visita no deseada. Pero que no cunda el pánico, un simple enjuague con agua jabonosa debería ser suficiente para deshacernos de estos invitados no deseados. Por lo que es aconsejable revisar nuestras plantas frecuentemente para evitar infestaciones de gran escala que sí requerirían de insecticidas químicos más agresivos.
Toxicidad
Tanto las hojas como la savia del Ficus benjamina pueden ser tóxicas si se ingieren, por lo que se debe tener precaución en hogares con mascotas o niños pequeños.
Reproducción
El método más sencillo para reproducir este ficus es mediante esquejes. Para ello debemos escoger una rama sana de la planta madre, de la que cortaremos un segmento de más de 15 cm de longitud. Retiraremos las hojas inferiores dejando a penas dos o tres en su extremo superior. Luego, los plantaremos en una maceta con un sustrato adecuado para enraizar.
Lo mantendremos húmedo, pero no empapado en un lugar con luz indirecta brillante y preferiblemente cubierto con un plástico transparente para propiciar la humedad en torno a la planta. Al cabo de unas tres semanas desarrollará el nuevo sistema de raíces y podremos disfrutar de nuestro nuevo ficus benjamina.