Cuando hablamos de plantas peculiares y atractivas, no podemos dejar de nombrar a la conocida como Corona de Cristo. Y es que se destaca por sus flores hermosas, de intensos colores que contrastan con el verde de sus hojas y el gris de sus espinas.
De nombre científico Euphorbia Milii es un arbusto espinoso muy ramificado, endémico de la Isla de Madagascar, en el continente Africano. Aunque al ser tan apreciado como planta ornamental, es común encontrarlo en hogares de todo el mundo. Puede sobrepasar los 1,50 m de altura. Y se caracteriza por tener tallos semisuculentos de entre 0.5 y 1 cm de grosor, de color gris oscuro, con numerosas espinas rectas de entre 0.5 y 2 cm de largo.
Sus hojas son alternas, de hasta 15 cm de longitud, de color verde intenso, que brotan agrupadas en los ápices de las ramas, formando una roseta terminal. Todas las partes de la planta contienen un látex blanquecino muy tóxico, que aleja a las plagas, pero provoca irritación en caso de contacto con la piel. Por lo que debemos tener cuidado en su manipulación.
Flores
La Corona de Cristo o Corona de espinas es una de las plantas de floración engañosa, pues sus flores son pequeñas y poco llamativas, sin embargo, sus brácteas, que no son más que hojas modificadas, se han desarrollado para atraer a los polinizadores. Adquiriendo no solo un color diferente, sino también una forma muy distintiva al estar fusionadas entre sí, dos terceras partes de su longitud.
Según la variedad pueden ser de tonalidades roja, rosada, amarilla, blanca y naranja, e incluso matizadas. Dada su fácil hibridación, cada día nos sorprenderán en tamaño y color, pues se cree que existen más de 2000 cultivares, desarrollados principalmente por botánicos tahilandeses.
Las hojas inferiores van cayendo a medida que la planta madura y no vuelven a brotar, aunque según la variedad pueden aparecer nuevas ramas, que repueblen este tramo del tallo. Los frutos son cápsulas de 4 mm, que contienen pequeñas semillas ovoides de 2,5 mm, de color gris oscuro, que al alcanzar la madurez son expulsadas. De ahí que la planta forme cerrados setos en su hábitat natural.
Condiciones ambientales
Puede ser utilizada como planta de jardín en las zonas de clima tropical, subtropical y templado, incluso en lugares cercanos al mar, pues también soporta la salinidad en el aire. Ya en regiones donde los inviernos son fríos, si es recomendable su cultivo en macetas, lo que permitirá resguardarla en el interior. El rango ideal de temperaturas para su cultivo ocupa entre los 20 y 35 °C, comenzando a mostrar daños, como la pérdida de las hojas, a partir de los 12 °C.
Tipo de suelo
Se debe emplear para su cultivo un sustrato de por los menos 1/3 de arena gruesa o perlita en su composición. Pues aunque como planta suculenta no tiene altos requerimientos en cuanto a las características del suelo, si es importante que este drene correctamente, para evitar posibles podredumbres por encharcamientos o exceso de humedad. Debemos colocarlas donde reciba algunas horas de sol o en la máxima luminosidad posible, de ello dependerá tanto su pleno desarrollo como la cantidad y durabilidad de su floración.
Frecuencia de riego
Se recomienda realizar riegos periódicos y abundantes, solo cuando el sustrato se encuentre completamente seco y ser más precavidos aun durante el invierno, especialmente si en nuestra región las temperaturas descienden, ya que la humedad tiende a ser muy perjudicial en conjunto con el frío.
Algo con lo que debemos ser muy cuidadosos es con los agujeros de drenaje de la maceta donde la plantemos. Pues aunque pueda parecer obvio, es común en los principiantes olvidar revisar que estos existan, que no estén obstruidos e incluso que pasados unos 20 minutos del riego deben eliminar el agua sobrante, acumulada en el plato recolector.
Fertilizantes
Podemos aplicar un abono para crasas cada 15 días durante los meses cálidos, en caso de aplicar algún fertilizante universal como el NPK, debemos diluirlo a la mitad de la dosis recomendada por el fabricante.Este tipo de producto es rico en nitrógeno, el cual puede llegar a inhibir la floración, al sobre estimular a la planta a producir hojas en su lugar.
Poda y transplante
La corona de cristo no requiere podas, aunque en muchos casos se les practican para controlar su crecimiento o inducir la ramificación. En caso de hacerlo, debemos esperar a la primavera o principios del verano, utilizar herramientas de corte limpias y guantes para protegernos de sus espinas y su savia. También es conveniente, como con cualquier planta, retirar las hojas, flores o ramas caducas, así la mantendremos sana y estimularemos su crecimiento.
Los trasplantes pueden ser cada dos años, principalmente para renovar el suelo y propiciar su desarrollo al cambiarla a una maceta de mayor tamaño. Es particularmente resistente a las plagas, en raras ocasiones puede ser atacada por cochinillas y ácaros, que pueden debilitarla si no los eliminamos a tiempo.
Reproducción
Podemos reproducirla por semillas, sin embargo, es más frecuente multiplicarla a partir de esquejes. Para esto debemos separar una de las ramas de la planta madre, colocarla en agua tibia hasta que la savia deje de brotar del corte. Luego la dejaremos secar durante tres días en un lugar sombreado y bien ventilado.
Una vez cicatrizada la plantaremos en un sustrato húmedo y muy drenante. Ubicándola en una zona cálida y bien iluminada pero sin incidencia directa del sol. Si mantenemos estas condiciones estables, la emisión de raíces sucederá entre las 6 y 8 semanas posteriores. Para trasplantar la nueva Corona de Cristo hacia su maceta definitiva debemos ser pacientes, pues en esta primera etapa sus raíces aún son muy sensibles y podrían dañarse.
Dato curioso
Como dato curioso podemos decir que el género toma el nombre de Euphorbus, médico personal del rey de Numidia, entre el año 52 a.n.e y el 23 d.n.e, quien utilizaba la sabia tóxica de esta planta para curar múltiples enfermedades. Hoy día aún es utilizada con fines medicinales en numerosas regiones del mundo.
Por otra parte, aunque su nombre común puede hacernos pensar que fue esta planta la empleada por los soldados romanos para confeccionar la corona que le fue colocada a Jesús, según el relato bíblico, es poco probable dado su origen geográfico.
Todas estas características, junto a la capacidad de florecer continuamente durante todo el año, le han otorgado a la Euphorbia Milii la gran popularidad de la que goza, para su cultivo en macetas como planta de interior.
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