La HIEDRA de la DISCORDIA
Recuerdo hace unos años cuando intentaba, infructuosamente, conseguir una planta de Hiedra para cubrir un horrendo muro perimetral que limitaba el patio posterior de la que en ese entonces era mi casa, que surgió una discusión entre dos de mis colegas de trabajo en cuanto a la capacidad de esta planta de proteger o destruir la pared.
La posición de uno era que no debía ser utilizada con este fin, pues no solo sus raíces provocaban grietas para introducirse en el recubrimiento, llegando a causar serios deterioros, sino que además generaba humedad, causándole graves daños estructurales al elemento.


Por su parte, mi otra colega, quien como ventaja poseía la hiedra de la discordia, cubriendo durante años gran área de los muros de su casa, afirmaba que quizás en edificios muy antiguos, donde el aglomerante empleado en la construcción, estaba conformado únicamente a base de cal y arena, y en consecuencia, podrían no ser tan resistentes o más sensibles a la degradación por el paso del tiempo, las raíces si podrían causar algún daño leve.
Pero que en los morteros actuales, donde la cal fue sustituida por cemento, aportando una mayor resistencia, las raíces solamente podrían provocar daños estéticos, y esto exclusivamente en el caso de ser retirada la hiedra, pero que además protegía al muro de la acción directa de la lluvia y otros agentes atmosféricos y que en lugar de aportar humedad al muro, la extraía para alimentarse.


Ambos defendían con tal fuerza su posición, que yo, llena de dudas, aplacé la decisión de sí utilizarla o no, por temor a que fuera a causar daños mayores, al punto de terminar usando otras alternativas de ”ocultamiento” y olvidé por completo el tema.
Pues siguiendo con la tarea de llegar al fondo del asunto, me encontré con un nombre: Heather Viles, quien es una geógrafa que ha realizado extensos estudios sobre la conservación del patrimonio para la reconocida Universidad de Oxford, a la que también le interesó el tema y comprobó científicamente lo que todos necesitábamos saber.
La hiedra actúa como un escudo protector viviente que evita la aparición de grietas en los muros que surgen por los fenómenos de contracción y dilatación que ocurren durante los cambios bruscos en las temperaturas, ya que lo aísla del entorno. Pero además tiene efectos ecológicos favorables, pues atrapa las partículas contaminantes, purificando el ambiente y evitando, por tanto, que degraden la edificación.


Sus raíces son incapaces de dañar cualquier superficie si esta muestra una situación preliminar favorable y en cuanto a la humedad, absorben la que se encuentra en el área a la que quedan fijadas, devolviéndola al ambiente y previniendo la aparición de hongos.
En conclusión, la Hedera o Hiedra, como se le conoce comúnmente, resulta que ha estado estigmatizada a través de los años, producto a que generaciones enteras la culparon de daños en las construcciones, que probablemente ya estaban ahí antes de ella cubrir las superficies.
Siendo así, tanto las personas que, como mi amigo, están equivocadas con respecto a esta maravillosa planta, e incluso los que, como yo, tenían dudas en cuanto a si plantarla, para cubrir parte de sus muros, debemos comenzar a mirarla con otros ojos, con la seguridad de que ya es un hecho comprobado que podemos incluirla en nuestro jardín y disfrutar tranquilamente de su belleza y sus beneficios.
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